jueves, 3 de noviembre de 2016

Nuevas tecnologías.-

Álvaro Bilbao: «Los niños deben pasar los seis primeros años de su vida sin tecnología»

Álvaro Bilbao abre la séptima edición del ciclo ´La aventura de educar en familia´ con una conferencia sobre el uso de las nuevas tecnologías.


Neuropsicólogo y psicoterapeuta. ´Las nuevas tecnologías en el cerebro en desarrollo de nuestros hijos´ es el título de la conferencia que Álvaro Bilbao pronuncia el viernes a las 19.30 horas en el Palacio de Congresos de Santa Eulària en la séptima edición del ciclo ´La aventura de educar en familia´. El experto aboga por retrasar el uso de las nuevas tecnologías porque primero hay que enseñar al cerebro «a pensar, a estar atento, a imaginar»
-¿Cómo influyen las nuevas tecnologías en el desarrollo del cerebro de los niños?

- Lo primero que siempre digo es que las nuevas tecnologías son positivas para la sociedad y algo importante. Sin embargo, en el cerebro en desarrollo de los niños, y sobre todo de los más pequeños, están saliendo investigaciones que hablan de que su efecto puede ser negativo.
-¿En qué sentido?

-En primer lugar pueden reducir su capacidad de tener autocontrol. Las nuevas tecnologías, los videojuegos sobre todo o estar mirando cosas en Internet continuamente, hacen que el niño esté constantemente estimulado y tiene menos oportunidad de ejercer autocontrol, porque todo el control lo lleva la máquina. Otro efecto es que si los estímulos a los que está expuesto son muy intensos, muy rápidos, como en los videojuegos, el niño puede perder el interés por cosas que son un poco más lentas o menos intensas, como la maestra, la pizarra, un libro o jugar en la calle con los amigos; el niño se acostumbra a tener estímulos muy rápidos y cuando bajan de velocidad se empieza a aburrir.

-¿Hasta qué edad cree que los niños deberían estar alejados de móviles, tabletas u ordenadores?

-Sin lugar a dudas, y de acuerdo con la Sociedad Americana de Pediatría y la Clínica Mayo, hasta los tres años no deberían estar en contacto con estas tecnologías en ningún momento. Esa imagen que tenemos de un niño de un año o dos que no sabe hablar y que casi no anda pero que empieza a pasar el dedo por la tableta deberíamos borrarla de nuestra cultura porque los padres que tienen en mente que es positivo y muy beneficioso están muy equivocados; sabemos que es precisamente lo contrario.

-¿Y a partir de ahí?

-Yo voy un poco más allá. Creo que es importante que los niños pasen los seis primeros años de su vida sin tecnología porque es una edad muy importante en el desarrollo de la imaginación, que si no se desarrolla en esos años, luego cuesta mucho. Cuanto más tiempo pasan jugando a lo que llamamos el juego libre –que no va de la mano de otra persona o de un dispositivo o tecnología– mucho más desarrollan la imaginación. El aburrimiento es la madre de la imaginación y si el niño está constantemente entretenido no tiene tiempo para aburrirse ni para imaginarse o crear sus propios mundos donde jugar.

-¿Pero hoy en día es posible mantener a los niños lejos de la tecnología?

-Sí. Yo doy charlas en muchos sitios y hay muchos padres que desde hace tiempo lo tienen claro. A ver, es importante equilibrar. Yo no digo que vayas de vacaciones con el niño, hagas una foto con el móvil y por la noche no se la puedas enseñar, eso es ridículo, porque es bueno que vean fotos, les ayuda a construir su memoria. De la misma manera que es normal que le pongamos al teléfono a la abuela. Pero sí deberíamos limitar todo lo posible esos tiempos que el niño está tumbado en el sofá pasando el dedo por delante de la pantalla. Y se consigue con una palabra mágica que es ´no´.

-Esto va en contra de lo que se vende actualmente que los niños de hoy son nativos digitales...

-Esa frase en el fondo es un mito porque el mundo digital no es un idioma en sí mismo. Cuando el niño juega con un dispositivo no está activando las zonas del cerebro que tienen que ver con el lenguaje sino con el movimiento de la mano y la visión. Sí que es positivo enseñar programación, el tema de robótica, porque sí estamos enseñando a los niños ese lenguaje y estamos ayudándoles a pensar en otro idioma distinto. Pero que esté sentado jugando a un videojuego no quiere decir que sea nativo digital; a una señora de 70 años le das un iPad y en dos o tres días es capaz de enviar correos, whatsapps y buscar cosas en Internet porque es sencillo e intuitivo.

-¿Y que los niños demanden la tecnología desde muy temprano se debe a que es lo que ven en sus casas, en sus padres?

-Sí. Los niños tienen desarrolladas una serie de neuronas que se llaman neuronas espejo y lo que hacen es imitar todo lo que ven en los padres. Cuanto más tiempo pasan los padres delante del iPad es más fácil que el niño intente jugar con esa tecnología. También lo demandan mucho porque sus amigos lo tienen y porque es un estímulo muy interesante para ellos. Es como la Coca Cola: si se las das a un niño de tres años te pedirá al día siguiente y al otro, porque tiene mucha azúcar, cafeína, que le estimula y le encanta; pero que le encante no quiere decir que se la tengamos que dar todos los días porque es muy perjudicial para él.


-¿Pero existe alguna ventaja en el uso de las nuevas tecnologías en niños pequeños?

-No. Hay estudios que dicen que puede aumentar la velocidad de procesamiento, hacer que tenga una atención más rápida, pero son pocos, y hay tantos que van en dirección contraria de estos... Además, que tengan una atención más rápida no es necesariamente bueno: para ser pilotos de combate eso puede ser beneficioso, pero hoy en día lo que piden a los ejecutivos, a las personas mayores, es tener una atención más calmada, que te permita estar concentrado más tiempo. Y tener una atención más rápida también implica que el niño no sea capaz de esperar el tiempo suficiente para que aparezcan los estímulos que interesan.

-Pese a todo esto está de moda introducir pronto la tecnología en las escuelas con ordenadores, pizarras digitales. ¿Es acertado?

-Es distinto usar las nuevas tecnologías como soporte educativo a que el niño esté en casa sentado en el sofá. Yo defiendo que el niño no debe pasar la tarde en el sofá usando el iPad, que es mejor que esté aburriéndose, pintando, haciendo cosas que salgan de su cabeza, y no del ordenador. Aun así, hay estudios que dicen que un niño aprenderá matemáticas mucho antes jugando con unas cuentas, con garbanzos, que utilizando programas de ordenador que están diseñados para que aprenda.

-¿Por qué?

-Porque el cerebro une mucho la parte física y la parte cognitiva. Es decir, que maneja las dos partes y la del razonamiento está estrechamente ligada a la parte de la movilidad de la mano. Entonces, si el niño no tiene que hacer un movimiento de contar, de tocar, físicamente, es más difícil que aprenda todas estas cosas. Yo soy partidario de una metodología basada en el contacto físico con objetos, sobre todo los primeros años, como Montessori, a otra con el mejor dispositivo programado para estudiar matemáticas. Luego, más adelante, es maravilloso que estén en clase y que puedan estudiar por proyectos, hacer un trabajo sobre el descubrimiento de América y sean capaces de mirar en Internet.

-Precisamente hace unas semanas una noticia explicaba que la mayoría de los hijos de empleados de grandes empresas tecnológicas de Silicon Valley estudian en colegios sin ordenadores ni dispositivos electrónicos.

-Estos directivos llevan a sus niños a un colegio tipo Waldorf, donde no hay dispositivos electrónicos y aprenden todo de forma más tradicional. Es que con el hecho, por ejemplo, de algo tan sencillo como estar sentado a la mesa y no levantarte hasta que no terminas de comer se está cultivando la tolerancia a la frustración, el autocontrol, que es una de las capacidades cerebrales que más influye en determinada nota de Selectividad que sacará el niño 15 años más tarde. O sea que fíjate si esas cosas tradicionales son importantes. Ahora las estamos volviendo a poner en valor, pero durante mucho tiempo se ha pensado que ir más deprisa, que el niño aprenda a hablar siete idiomas con cinco años, es más beneficioso. Ahora sabemos que tienen que respetarse una serie de pasos.

-¿Y no es desaprovechar el potencial de la tecnología el introducirla más tarde?

-Desde mi punto de vista no, porque primero tenemos que enseñar al cerebro a pensar, a estar atento, a imaginar, y luego ya le podemos enseñar a dominar las herramientas que tiene a su disposición. Si introducimos las tecnologías demasiado pronto, el niño conseguirá conectar con ellas de una forma muy rápida pero se desconectará de otras cosas más importantes para su desarrollo.

-¿Qué claves daría a los padres para ayudar a desarrollar el potencial cerebral de sus hijos?

-Ir poco a poco, ayudar al cerebro a madurar a su propio ritmo y saber que su hijo dará los frutos en el momento que los tenga que dar.
Y algo muy importante que tienen que hacer cuando estén con los niños, independientemente de que les dejen la tableta a los tres, cuatro o cinco años, es enseñarles a tener autocontrol, tiempos limitados, para que cuando digan ´hasta aquí´, el niño sea capaz de soltarla sin gritar ni enfadarse. En eso los dispositivos electrónicos pueden ayudar. De hecho hay autores que dicen que es mejor que el niño empiece a utilizarlos a los tres años con reglas muy claras, entrenando el autocontrol, a que empiece con ocho o diez años y comenzar a entrenarlo ahí.

-Pero ese fijar tiempos se complica si los padres utilizan las tecnologías para que los niños estén entretenidos mientras ellos se ocupan de otras cosas...

-Efectivamente. Los dispositivos no solo son un refuerzo para los niños, sino un refuerzo enorme para los padres, porque los niños demandan en muchos momentos atención, cariño, que les hablemos... Como cuando hacemos un viaje largo en coche, ponen la televisión atrás y así el niño va tranquilo y el padre, relajado. Es importante también que el niño experimente la frustración, aprenda a dominarla, a aburrirse y a esperar que pase ese momento.

-Los padres se apoyan en esto...

-Es un refuerzo para los padres y esto es una de las cosas que ha hecho que la tecnología sea tan popular y esté tan extendido que los niños estén todo el día enchufados. Muchos padres se engañan porque dicen: ´No, yo dejo a mi hijo media hora´, y en realidad están conectados no solo a la tableta, teléfono móvil o videojuegos, sino a la televisión también dos o tres horas al día. Y sabemos que eso está relacionado con más probabilidades de tener déficit de atención, obesidad infantil, depresión infantil, problemas de conducta, y con más prevalencia de fracaso escolar.

Enlace web: http://www.diariodeibiza.es/cultura/2016/02/05/ninos-deben-pasar-seis-primeros/821340.html

domingo, 16 de octubre de 2016

Tabla Montessori.-

Son muchas las madres (y muchos los padres) que en algún momento dicen que no pueden más, que están agotados, que todo el día están recogiendo, limpiando y continuamente detrás de sus hijos para conseguir que todo esté en su sitio y mínimamente presentable.
Bien, no están solos... todos andamos más o menos igual. Sin embargo, gran parte del "trabajo" de los padres lo asumirían los hijos si se les diera la oportunidad de hacerlo. Es una cuestión de darles autonomía, de ponérselo fácil para que puedan colaborar y de hacerles partícipes de sus "destrozos" y "desórdenes".
Por eso hoy os decimos esto: "déjales que sean autónomos, para que así crezcan". Y para saber cuándo están capacitados os dejamos con una tabla inspirada en Montessori para saber qué tareas pueden hacer en cada edad.

Déjale que crezca

Quizás no os lo creáis (o quizás sí), pero son muchos los padres a los que en la consulta les tengo que decir esto: "déjale crecer", o "ayúdale a crecer". Porque tienen cuatro o cinco años y no saben casi vestirle solos, no beben agua más que cuando la piden, muchos aún son bañados y casi, casi, alimentados.
¿Que a qué me refiero? Pues que me dicen cosas como "es que está muy pegadito a mí", "es que duerme solo, pero se viene todas las noches a mi cama", "es que lo veo muy bebé", "es que creo que tendré problemas con el pañal", "es que apenas juega con otros niños", etc., y yo les digo que no se agobien, que no pasa nada porque el niño haga todo eso, pero que hay muchos niños que aún siguen anclados en la etapa de bebé, y tienen que poder pasar página.
Pero para poder pasar página y que los padres no nos acabemos convirtiendo en sus mayordomos tenemos que promover su autonomía, que hagan cosas ellos solos. No tiene sentido que los fines de semana, por ejemplo, les vistamos nosotros. Que lo hagan ellos. Puedes dejarle la ropa a su altura y que se la pongan... que lleguen a su ropa. Y si prefieres darle tú lo que quieres que se ponga, dáselo, pero no lo vistas, que lo intente él.
Autonomía en los niños
No tiene sentido que el niño tenga sed y que tenga que venirte a decir que quiere agua. Déjale los vasos de plástico en algún cajón que pueda abrir, o fuera, a una altura acorde a su estatura. Y si quieres, incluso una botellita con agua para que él mismo se la sirva.
Y así con todo. Que vea que puede hacerlo. Que lo intente. Que lo haga. Que empiece a ocuparse de su vida, que tiene edad y capacidad para empezar a hacerlo.

No forzar, pero sí permitir crecer

No hay que obligar ni forzar al niño a hacer las cosas. No tiene sentido que se lo hagamos todo los padres y de repente le obliguemos a hacerlo. Tiene que salir de él, de querer hacerlo, de querer colaborar, de querer ser uno más, como tú, partícipe de su imagen, del orden de la casa, de la limpieza, de la higiene...
Así que sugiere, invita a hacer, o directamente haz que sea divertido (si es posible): canta, ríe, hazle reír mientras lo hacéis, cuéntale historias... así puede ser hasta divertido también para ti, aunque tardéis un poco más.

La tabla inspirada en Montessori para saber qué tareas pueden hacer en cada edad

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Pero... ¿cómo voy a hacer que mi hijo, que apenas ha hecho nunca nada, se ponga ahora a hacer lo que pone en su edad?, pensaréis muchos. Tranquilidad. Si tenéis un hijo de 9 años, por ejemplo, y os acabáis de dar cuenta de que apenas hace nada de eso, y tampoco lo veis capaz, será porque no ha hecho aún mucho de lo anterior.
La tabla es progresiva y orientativa. Un niño de 9 años puede hacer lo que dice la tabla si en las edades anteriores, más o menos, tuvo las responsabilidades para las que estaba preparado. Así que si la estáis mirando y pensáis que os gustaría que vuestro hijo hiciera más cosas, y además pensáis que las hará motivado y con implicación, pues igual tenéis que empezar por cosas de edades inferiores, para finalmente llegar a lo de su edad.
De igual modo, un niño puede hacer las cosas que en la tabla aparecen para niños de más edad. Todo depende de su motivación, sus ganas y su habilidad. Al final la clave está en respetar sus ritmos de aprendizaje.
En cualquier caso no dejan de ser ideas, un abrir los ojos de los padres que piensan que sus hijos son siempre pequeños para hacer algunas cosas, que puede ayudar a todos los miembros de la familia: si mamá y papá no tienen que hacerlo todo, si los hijos también colaboran en las tareas del hogar, puede quedar más tiempo libre para pasar todos juntos. Y esto seguro que los hijos también lo valoran.
Enlace web: http://www.bebesymas.com/ser-padres/dejales-que-sean-autonomos-la-tabla-de-montessori-para-saber-que-tareas-pueden-hacer-en-cada-edad?utm_content=buffere12e2&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

¿Y SI ENSEÑAMOS A LAS NIÑAS A SER VALIENTES, EN VEZ DE SER PERFECTAS?


En la década de 1970 una psicóloga de la Universidad de Columbia realizó una serie de experimentos con niñas y niños que arrojaron resultados inesperados. Esta psicóloga trabajó con estudiantes de quinto grado para ver cómo lidiaban con un material nuevo y complicado.

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Entonces se dio cuenta de que las niñas eran más propensas a abandonar la tarea, y lo hacían, como media, antes que los niños. Curiosamente, mientras más brillantes eran las niñas y más alto era su cociente intelectual, más rápido tiraban la toalla. Esas niñas mostraban una conducta de indefensión aprendida.
Los niños brillantes se comportaron de manera diferente. Asumieron aquella actividad como un reto intelectual que les llenó de energía y les motivó a redoblar sus esfuerzos.
¿Qué sucedió? ¿Por qué las niñas se muestran más vulnerables y menos confiadas que los niños de su misma edad?
En realidad, en quinto grado la mayoría de las niñas aventajan a los niños en todas las materias, incluyendo Matemáticas. Por tanto, la diferencia en sus comportamientos no tiene que ver con la falta de habilidad o los conocimientos adquiridos sino más bien con la forma de enfrentar los retos.
Mientras que los niños asumían que no lograban solucionar los problemas porque estos eran más complicados, las niñas comenzaban a dudar rápidamente de sus habilidades, perdían la confianza y abandonaban la tarea. Estas niñas también solían pensar que las habilidades eran inmutables, mientras que los niños asumían que se podían desarrollar a través del esfuerzo.
Lo peor de todo es que estas creencias y formas de comportarse se mantienen en la adultez. De hecho, se ha apreciado que los hombres se presentan a un empleo aunque solo cuenten con el 60% de las habilidades demandadas. Al contrario, las mujeres solo se atreven a presentarse para el puesto si tienen el 100% de la cualificación.

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Foto de Mia Thorn So

¿Cómo es posible que tengamos una actitud tan diferente ante los retos?
La respuesta se haya en la educación, una educación que ha enseñado a los niños a ser valientes y asumir retos y a las niñas a ser perfectas y actuar con cautela.
Niños valientes, niñas perfectas...
Es difícil, o más bien imposible, borrar siglos de tradición de un plumazo. Aunque hemos avanzado mucho en materia de igualdad de géneros, en el inconsciente colectivo y en lo más profundo de nuestras mentes aún anidan muchas ideas sexistas.
Por eso, los padres siguen educando a sus hijos para que no tengan miedo y no lloren mientras que a las niñas se les exige que no anden desaliñadas, que sean perfectas y se comporten con mesura.
Aún educamos a niños que, con buena suerte, se convertirán en los caballeros que salven a las damiselas en apuros. Y educamos a las niñas para que esperen ser rescatadas, porque su misión no es luchar, sino mantenerse perfectas a pesar de la tormenta.
A las niñas se les enseña a sonreír, se les exige que saquen buenas notas y se les prohíbe que lleguen a casa cubiertas de barro porque han estado jugando. Con los niños los padres suelen ser más permisivos, les permiten que jueguen al aire libre, que se ensucien y suban a los árboles. De hecho, muchos de esos comportamientos se premian ya que demuestran lo valientes que son. De esta forma se les anima a asumir riesgos.
Al contrario, a las niñas se les incita a mantenerse alejadas de los riesgos, se les pide que se mantengan en un discreto segundo plano, a salvo y dentro de su zona de confort. A menudo se les elogia por lo bien que se comportan, casi siempre por mantenerse calladas, y por su simpatía. De esta forma, sin darse cuenta, los padres limitan las potencialidades de las niñas, quienes muy pronto aprenden que de ellas no se espera lo mismo que de los varones.
Así, la mayoría de las niñas terminan convirtiéndose en mujeres que asumen solo los riesgos imprescindibles y que ante los problemas piensan que algo anda mal en ellas. Por eso, no es extraño que las mujeres sufran más depresión y ansiedad que los hombres.
Sin embargo, cuando enseñamos a las niñas a ser valientes y formamos a su alrededor una red de apoyo que las anime, van a hacer cosas increíbles porque tienen un enorme potencial. Este vídeo muestra cuán enraizados se encuentran los estereotipos de género, pero también desvela que las niñas pequeñas aún no se han contagiado con ellos. Es simplemente precioso, para recordarnos que el mejor regalo que podemos hacerle a cualquier niño es simplemente dejarles ser.

Enlace web: http://culturainquieta.com/es/inspiring/item/10340-y-si-ensenamos-a-las-ninas-a-ser-valientes-en-vez-de-ser-perfectas.html

jueves, 22 de septiembre de 2016

Diez razones que hacen del juego la mejor extraescolar para tu hijo

  • Potencia la creatividad, fija los aprendizajes y desarrolla habilidades y competencias básicas para la vida adulta


  • Septiembre es el mes de elegir extraescolares. Forzados por los horarios laborales o impulsados por el afán de convertir a sus hijos en adultos superpreparados, muchos padres se esfuerzan estos días en seleccionar –y encajar en la agenda– las actividades que harán los niños al salir de clase. La oferta es cada vez más amplia, variada y cautivadora, pero también son más las voces que insisten en que la mejor extraescolar, la más educativa y la que más prepara para la vida adulta es el juego. Y en la medida de lo posible, el juego libre, entre iguales.
    Maestros, pedagogos y psicólogos advierten que la agenda de muchos niños va sobrecargada, que la práctica totalidad de su jornada está pautada y ocupada por actividades dirigidas y supervisadas por adultos, y que en esas planificaciones a menudo no se incluye un tiempo para jugar por más que el juego está considerado “una necesidad vital” de la infancia, como respirar o comer.
    Imma Marín, consultora especializada en juego y educación y directora de Marinva, enfatiza que el juego se ha convertido en un bien escaso aunque nunca como ahora se habían conocido sus beneficios y contribuciones al desarrollo infantil. Esta misma semana, la sección de Psicología del Desarrollo de la Sociedad Británica de Psicología, se hacía eco, en su conferencia anual, de un estudio de la Universidad de Oxford Brookes que vincula la participación en juegos de fantasía con el pensamiento creativo.
    “Se buscan actividades extraescolares formativas porque se proyecta en los niños la necesidad de ser adultos muy preparados, pero en el juego aprenden un montón de habilidades sociales y de creatividad que seguro les harán falta en el futuro, sean cuales sean sus trabajos”, opina la antropóloga de la educación Petra M. Pérez. Y recuerda que jugando los niños ponen en marcha la imaginación, se plantean objetivos, tienen que pactar, cumplir normas, aprender a esperar, a ponerse en el lugar de otros...
    “Los papás buscan ocupar a los niños con actividades que les resulten útiles sin reparar en que jugar no es una pérdida de tiempo, que hay muchos aprendizajes en el juego libre, además de los que facilita cada juego concreto”, agrega Marín.
    Mejora la autoestima.
    Poder organizarse de forma autónoma, superar retos (incluido el aburrimiento), saltar un obstáculo o ganar una carrera sin ayuda de adultos, produce satisfacción en los niños y les enseña a resolver situaciones inesperadas.
    Es creativo.
    El juego admite el error, lo irreal, las incongruencias, inventarse lugares, personajes o situaciones... Y así potencia la imaginación, la creatividad, la innovación.
    Transmite valores.
    Probar una y otra vez hasta dominar el patinete implica perseverancia. Jugar con otros niños exige negociar, pactar y, a veces, relegar los propios intereses.
    Socializa.
    Jugar supone aceptar las normas –ya sean las de un juego de pelota, una competición de cromos o una persecución de policías y ladrones–, acordar quién regulará las trampas, saber resolver conflictos, tomar decisiones en función de ciertos liderazgos o de la mayoría… Se aprende a interactuar con otros: a escuchar, a discutir, a pelearse y a reconciliarse.
    Fomenta el autocontrol.
    Jugar entre iguales obliga a aceptar los límites que los demás imponen y a canalizar la frustración sin agresividad, porque si no aceptas las reglas o no te comportas de forma adecuada los otros niños te dan de lado y no juegan contigo.
    Fija los aprendizajes.
    Jugar permite a los niños asimilar y poner en práctica los conocimientos adquiridos, experimentar por sí mismos lo que en la escuela o en casa les han contado y también descubrir cosas nuevas.
    Favorece la comunicación.
    Mientras los niños discuten sobre a qué jugarán, piensan y comentan la historia, reparten los papeles y se organizan para poner en marcha el juego, aprenden a expresarse y trabajan el lenguaje.
    Da agilidad
    Los juegos infantiles contribuyen a desarrollar actividades psicomotrices de todo tipo y muchos de ellos también trabajan la agilidad mental.
    Desestresa.
    Jugar proporciona placer y satisfacción, favorece la descarga de tensiones y da la oportunidad de expresar sentimientos y emociones de una forma más fluida que en otros contextos. Jugando uno puede hacer tonterías, equivocarse sin miedo al castigo, sin presión por un posible error.
    Enseña.
    El juego es un ensayo para la vida adulta. Y no sólo el juego simbólico, es decir, cuando se juega a mamás y papás, a comprar y vender, a pasear a las muñecas, a médicos, o a maestros. También se ponen a prueba recursos que serán fundamentales al crecer mientras se pactan los límites para jugar al escondite, cuando se discute porque alguien ha hecho trampas o se reparten tareas para hacer una cabaña o un castillo de arena.

Enlace web: http://www.lavanguardia.com/vida/20160918/41391086679/jugar-mejor-actividad-extraescolar-ninos-habilidades-competencias.html

martes, 26 de julio de 2016

8 lecturas recomendadas para el desarrollo del niño.-



La llegada de las vacaciones es un buen momento para introducir o reforzar el hábito de leer o contar cuentos a los más pequeños de la casa. Hoy en día, es posible encontrar una amplia oferta que puede dificultar la elección de las mejores lecturas, pero siempre acertaremos si recurrimos a los cuentos de hadas tradicionales. «Antiguamente, contar cuentos de hadas a los niños formaba parte de su desarrollo emocional e intelectual», señala Raquel Rodríguez, fundadora y directora de la Escuela Libre Allegra. «Los cuentoseran verdades tratadas de comportamiento y convivencia para descifrar enigmas, deshacer agravios y resolver problemas. Los verdaderos cuentos infantiles suponen el saber y los conocimientos más antiguos transmitidos generación tras generación».
Según señala esta profesora, el verdadero cuento de hadas habla pictóricamente de transformación, liberación, miedos… «Transmite arquetipos humanos y de situaciones diversas que, a lo largo de la historia, se repiten una y otra vez. Los cuentos de hadas entran directamente en la imaginación del niño y le ayudan a concebir e imaginar extraordinarias fantasías, muchas de las cuales encierran angustias y temores». El niño, prosigue, «alguna vez (o muchas) se siente dentro de esos temores, que no sabe identificar ni verbalizar. A través de estos cuentos, llegará a soluciones tranquilizadoras: triunfo frente al lobo (Caperucita Roja), vencer a alguien malvado o superar el miedo al abandono (lHansel y Gretel), por ejemplo».
También es muy valioso, prosigue Rodríguez, el lenguaje enriquecido de estos cuentos: «a medida que crece el vocabulario del niño, aumenta su capacidad de experiencia y creación. Además, le permitirán conformar un extenso vocabulario, dar sentido a la gramática y a la estructura de la oración, y su comprensión del lenguaje será mayor». Por este motivo, concluye, «escuchar muchos de estos cuentos en la infancia facilita la capacidad, más adelante, de expresarse mejor, comunicarse, escuchar con atención, aprender a escribir y leer mejor y más rápidamente, de desenvolver una iniciativa creadora, desarrollar la imaginación y creatividad», señala Raquel. «Más tarde, podrán resolver problemas con mayor facilidad como si de una aventura se tratase».
Recomendaciones para que papás y niños disfruten de los cuentos juntos:
1) Es mucho mejor que los cuentos sean contados y no leídos. Los cuentos contados tienen una riqueza más añadida que es la cualidad humana que aporta el que los cuenta, y que es única.
2) Es importante no dramatizar en exceso. Aunque nos parezca en inicio que captamos más la atención del niño, en realidad el niño genera internamente una emoción que le envuelve más que la propia historia del cuento, además de transmitirle connotaciones negativas o positivas de índole moral que el niño debería valorar por sí solo.
3) También es relevante que repitamos el mismo cuento varios días seguidos, así damos tiempo al niño a entrar en profundidad en ese significado del cuento.
4) No es recomendable que nosotros mismos demos al niño explicaciones de lo que hemos entendido que el cuento intenta transmitir, dificultamos el proceso de interiorización y comprensión individual y propio niño del niño.
5) Si leemos un cuento, por ejemplo, antes de dormir, que sea sólo uno.De esta manera, el niño se va a dormir con esa imagen creada en su interior.
6) Debemos buscar los cuentos originales. Actualmente tendemos a suavizar y desvirtuar las imágenes de esos cuentos porque nos parecen «grotescas» para nuestros niños. Ocurre, por ejemplo, con Caperucita Roja y la abuela, comidas por el lobo: esto no significa más que cuando te despistas, te confundes de camino, tu sabiduría (representada por la abuela) y tu pureza, inocencia (representadas por Caperucita) pueden ser «devoradas» por tu parte más negativa. «El niño necesita oírlo: si no dramatizamos, no lo vive con miedo», señala esta maestra.
7) En caso de cuentos ilustrados, es interesante que busquemos imágenes suaves, sencillas, que tengan que ver con las imágenes que tenemos en la vida real. Este tipo de ilustraciones se pueden encontrar, por ejemplo, en las editoriales ING Ediciones y Rudolf Steiner. Los cuentos ilustrados se recomiendan especialmente hasta los 3 años.
8) También es muy interesante crear un ambiente acogedor y de confianza, amoroso y tranquilo donde el niño se prepare anímicamente para algo tan especial como lo que va a recibir con el cuento y se entregue por completo a este momento.
9) Hasta los 9 años, el cuento ha de tener un final feliz, para contribuir a esa confianza necesaria para tener ilusión y apasionarse por los retos de la vida.

sábado, 28 de mayo de 2016

La maestra que enamora a Facebook con los deberes más divertidos del mundo.-


Comer helados, reír hasta tener dolor de barriga o pasar tiempo con los seres queridos son algunas de las tareas asignadas




Cuando íbamos a la escuela primaria y llegaba el viernes sólo nos importaba una cosa: que el profesor no nos pusiera demasiados deberes para el lunes siguiente. Un fin de semana sin tareas eran dos días completos para disfrutar, jugar y hacer un montón de cosas fantásticas para las que no teníamos tiempo de lunes a viernes. Pero, ¿y si tu maestra te dijese que los deberes consisten precisamente en hacer aquello que más te gusta? Eso es lo que ha hecho la británica Jenny Thom, según podemos leer en el blog Stuff.
Alguien ha compartido en Facebook una fotografía de la nota que esta docente entregó el pasado viernes a sus alumnos de 10 y 11 años. La imagen se ha hecho viral en pocas horas, alcanzando cerca de 70.000 «me gusta». Los usuarios de la red social muestran su admiración hacia la profesora y su método, que parece concentrar su esfuerzo en que los niños se sientan felices y seguros de sí mismos en lugar de experimentar estrés o ansiedad por los exámenes que tienen a la vuelta de la esquina.
De este modo, reír hasta tener dolor de barriga, comer helados o pasear junto a amigos y seres queridos han sido algunas de las 'obligaciones' de los alumnos de Jenny durante el pasado fin de semana. Esta es la traducción de la nota que está dando la vuelta al mundo:
«Estamos en los últimos días antes de los exámenes y es vital que empleéis sabiamente vuestro tiempo este fin de semana. Estos son vuestros deberes. Por favor, completad tantas tareas de la lista como sea posible y marcad aquellas que hayáis podido hacer.
- Dar un paseo en bicicleta.
- Leer un libro.
- Ver tu programa de televisión favorito.
- Sonreír.
- Comer gominolas o helado.
- Pasar tiempo con la gente que amas.
- Reír hasta que te duela la tripa.
- Salir a la calle y disfrutar del buen tiempo.
- Ir a nadar o a pasear.
- Dedicar tiempo a tu hobby preferido.
- Descansar.
- Ver a tus amigos.
- Correr hasta que no puedas más.
- Cocinar.
- Comer más golosinas o helado.
- Jugar en el jardín.
- Hacer algo que nunca antes hayas hecho.
Si sientes que debes hacerlo, puedes repasar para los exámenes, pero sólo podrás hacerlo durante un máximo de una hora. Recuerda: la señorita Thom está para preocuparse, tú no debes hacerlo. Todos vosotros sois maravillosos y no podría estar más orgullosa de vosotros.
Tened un fabuloso fin de semana».
La propuesta de esta original maestra reabre un viejo debate, el de la necesidad de los deberes obligatorios para los niños más pequeños. El pasado mes de octubre, un profesor jubilado de Ávila inició una recogida de firmas para solicitar al Ministerio de Educación y a la Junta de Castilla y León, a través de la plataforma Change.org, la supresión de las tareas escolares. Además, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) ha defendido la misma postura ante el ministro de Educación en funciones, Iñigo Méndez de Vigo.

Enlace web: http://www.abc.es/recreo/abci-maestra-enamora-facebook-deberes-mas-divertidos-mundo-201605090949_noticia.html