domingo, 28 de junio de 2015

Seis claves para ser feliz, según la Universidad de Harvard.-

Cada vez parece más claro que la nueva fiebre del oro no tiene que ver con hacerse millonario ni con encontrar la fuente de la eterna juventud. El tesoro más codiciado de nuestros tiempos es atesorar felicidad, un concepto abstracto, subjetivo y difícil de definir, pero que está en boca de todos. Incluso es materia de estudio en la prestigiosaUniversidad de Harvard.
Durante varios años, algunos de los estudiantes de Psicología de esta universidad americana han sido un poco más felices, no solo por estudiar en una de las mejores facultades del mundo, sino porque, de hecho, han aprendido a través de una asignatura. Su profesor, el doctor israelí Tal Ben-Shahar, es experto en Psicología Positiva, una de las corrientes más extendidas y aceptadas en todo el mundo y que él mismo define como “la ciencia de la felicidad”. De hecho, sostiene que la alegría se puede aprender, del mismo modo que uno se instruye para esquiar o a jugar al golf: con técnica y práctica.
Aceptar la vida tal y como es te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas
Tal Ben-Shahar, profesor de Harvard
Con su superventas Being Happy y sus clases magistrales, los principios extraídos de los estudios de Tal Ben Shahar han dado la vuelta al mundo bajo el lema de “no tienes que ser perfecto para llevar una vida más rica y más feliz”. El secreto parece estar en aceptar la vida tal y como es, lo cual, según sus palabras, “te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas”.
Aunque por su clase de Psicología del Liderazgo (Psychology on Leadership) han pasado más de 1.400 alumnos, aún así cabría hacerse la siguiente pregunta: ¿Alguna vez se tiene suficiente felicidad? "Es precisamente la expectativa de ser perfectamente felices lo que nos hace serlo menos”, explica.
Estos son sus seis consejos principales para sentirse afortunado y contento:
1. Perdone sus fracasos. Es más: ¡celébrelos! “Al igual que es inútil quejarse del efecto de la gravedad sobre la Tierra, es imposible tratar de vivir sin emociones negativas, ya que forman parte de la vida, y son tan naturales como la alegría, la felicidad y el bienestar. Aceptando las emociones negativas, conseguiremos abrirnos a disfrutar de la positividad y la alegría”, añade el experto. Se trata de darnos el derecho a ser humanos y de perdonarnos la debilidad. Ya en el año 1992, Mauger y sus colaboradores estudiaron los efectos del perdón, encontrando que los bajos niveles de este hacia uno mismo se relacionaban con la presencia de trastornos como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima.
2. No dé lo bueno por hecho: agradézcalo. Cosas grandes y pequeñas. "Esa manía que tenemos de pensar que las cosas vienen dadas y siempre estarán ahí tiene poco de realista".
3. Haga deporte. Para que funcione no es necesario machacarse en el gimnasio o correr 10 kilómetros diarios. Basta con practicar un ejercicio suave como caminar a paso rápido durante 30 minutos al día para que el cerebro secrete endorfinas, esas sustancias que nos hacen sentir drogados de felicidad, porque en realidad son unos opiáceos naturales que produce nuestro propio cerebro, que mitigan el dolor y causan placer, según detalla el entrenador de easyrunning y experto corredor Luis Javier González.
4. Simplifique, en el ocio y el trabajo. “Identifiquemos qué es lo verdaderamente importante, y concentrémonos en ello”, propone Tal Ben-Shahar. Ya se sabe que “quien mucho abarca, poco aprieta”, y por ello lo mejor es centrarse en algo y no intentarlo todo a la vez. Y no se refiere solo al trabajo, sino también al área personal y al tiempo de ocio: “Mejor apagar el teléfono y desconectar del trabajo esas dos o tres horas que se pasa con la familia”.
5. Aprenda a meditar. Este sencillo hábito combate el estrés. Miriam Subirana, doctora por la Universidad de Barcelona, escritora y profesora de meditación y mindfulness, asegura que “a largo plazo, la práctica continuada de ejercicios de meditación contribuye a afrontar mejor los baches de la vida, superar las crisis con mayor fortaleza interior y ser más nosotros mismos bajo cualquier circunstancia”. El profesor de Harvard añade que es también un momento idóneo para manejar nuestros pensamientos hacia el lado positivo, aunque no hay consenso en que el optimismo llegue a garantizar el éxito, sí le aportará un grato momento de paz.
6. Practique una nueva habilidad: la resiliencia. La felicidad depende de nuestro estado mental, no de la cuenta corriente. Concretamente, “nuestro nivel de dicha lo determinará aquello en lo que nos fijemos y en las atribuciones del éxito o el fracaso”. Esto se conoce como locus de control o 'lugar en el que situamos la responsabilidad de los hechos', un término descubierto y definido por el psicólogo Julian Rotter a mediados del siglo XX y muy investigado en torno al carácter de las personas: los pacientes depresivos atribuyen los fracasos a sí mismos, y el éxito, a situaciones externas a su persona; mientras que la gente positiva tiende a colgarse las medallas, y los problemas, “casi mejor que se los quede otro”. Sin embargo, así perdemos la percepción del fracaso como 'oportunidad', que tiene mucho que ver con la resiliencia, un concepto que se ha hecho muy popular con la crisis, y que viene prestado originariamente de la Física y de la Ingeniería, con el que se describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora. "En las personas, la resiliencia trata de expresar la capacidad de un individuo para enfrentarse a circunstancias adversas, condiciones de vida difíciles, o situaciones potencialmente traumáticas, y recuperarse saliendo fortalecido y con más recursos”, afirma el médico psiquiatra Roberto Pereira, director de la Escuela Vasco-Navarra de Terapia Familiar.
Enlace web: http://elpais.com/elpais/2015/06/16/buenavida/1434480172_001091.html?id_externo_rsoc=FB_CM

sábado, 27 de junio de 2015

10 razones por las que se debería prohibir a los menores de 12 años usar dispositivos electrónicos.-

La Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) y la Sociedad Canadiense de Pediatría (Canadian Society of Pediatricsafirman que los niños de hasta dos años no deberían estar expuestos a ningún tipo de tecnología, que los niños de entre tres y cinco deberían tener un acceso restringido de solo una hora al día, y que entre los seis y los 18 años, los niños deberían acceder durante un máximo de dos horas al día (AAP 2001/13, CPS 2010). Los niños y los jóvenes utilizan la tecnología entre 4 y 5 veces más del tiempo aconsejado, lo que puede acarrear consecuencias nefastas (Kaiser Foundation 2010, Active Healthy Kids Canada 2012). Los dispositivos portátiles (teléfonos, tabletas y juegos electrónicos) han incrementado de una forma espectacular la accesibilidad y el uso de la tecnología, sobre todo en niños(Common Sense Media, 2013). Como terapeuta ocupacional, apelo a padres, profesores y gobiernos para que prohíban que los niños menores de 12 años usen todos estos artilugios. Aquí tenéis 10 motivos de peso para llevar a cabo esta prohibición. Visitad zonein.ca para consultar la investigación que se cita.
1. Un crecimiento rápido del cerebro
Desde el nacimiento hasta los dos años, el cerebro del niño triplica su tamaño, y continúa en ese estado de rápido desarrollo hasta los 21 años (Christakis 2011). Los estímulos ambientales, o la falta de ellos, son los que determinan el desarrollo del cerebro a esta edad temprana. Se ha demostrado que la estimulación que recibe un cerebro en desarrollo provocada por la sobreexposición a la tecnología (móviles, internet, iPads, televisión) está asociada con un déficit de atención y de función ejecutiva, retrasos cognitivos, aprendizaje disociado, una mayor impulsividad y unamenor capacidad de autocontrol.
2. Desarrollo más lento
El uso de la tecnología restringe nuestros movimientos, lo que puede causar undesarrollo más lento. En la actualidad, uno de cada tres niños llega a la escuela con un retraso en el desarrollo, lo que afecta de forma negativa a su aprendizaje y sus resultados académicos (HELP EDI Maps 2013). El movimiento potencia la capacidad de atención y de aprendizaje (Ratey 2008). El uso de la tecnología a una edad inferior a los 12 años va en detrimento del desarrollo cognitivo del niño (Rowan 2010).
3. Epidemia de obesidad
El tiempo dedicado a la televisión y a los videojuegos está relacionado con el aumento de la obesidad (Tremblay 2005). Entre los niños que tienen acceso a la tecnología desde su habitación, la obesidad ha aumentado en un 30% (Feng 2011). Uno de cada cuatro niños canadienses y uno de cada tres estadounidenses son obesos (Tremblay 2011). El 30% de los niños con obesidad desarrollará diabetes; además, las personas obesas tienen más riesgo de sufrir un derrame cerebral o un ataque al corazón prematuro, lo cual reduce dramáticamente la esperanza de vida (Center for Disease Control and Prevention, 2010). Probablemente, debido en gran parte a este aumento de la obesidad, los niños del siglo XXI sean la primera generación que no vivirá más que sus padres (Professor Andrew Prentice, BBC News 2002).
4. Falta de sueño
El 60% de los padres no supervisa el uso que hacen sus hijos de la tecnología, y el 75% de los niños tiene acceso a la tecnología en su cuarto (Kaiser Foundation 2010). El 75% de los niños de edades comprendidas entre los 9 y los 10 años duerme menos de lo que necesita, hasta el punto de que afecta de forma negativa a sus notas (Boston College 2012).
5. Enfermedad mental
Se está estudiando el uso excesivo de la tecnología como posible factor del aumento de los porcentajes de depresión, ansiedad, trastornos afectivos, déficit de atención, desórdenes bipolares, psicosis y otros comportamientos problemáticos en los niños (Bristol University 2010Mentzoni 2011Shin 2011,Liberatore 2011, Robinson 2008).A uno de cada seis niños canadienses se le ha diagnosticado una enfermedad mental, y muchos de ellos consumen una peligrosa medicación psicotrópica (Waddell 2007).
6. Actitud agresiva
Un contenido multimedia violento puede provocar agresividad infantil (Anderson, 2007). Los niños pequeños cada vez están más expuestos a la violencia física y sexual en los medios de comunicación de hoy en día. El videojuego Grand Theft Auto Vmuestra sexo explícito, asesinatos, violaciones, torturas y mutilación, al igual que muchas películas y programas de televisión. Estados Unidos ha clasificado la violencia en los medios como un "riesgo para la salud pública", debido al aumento de casos de violencia infantil (Huesmann 2007). La prensa informa del incremento de restricciones y del uso de salas de aislamiento con niños que muestran una violencia descontrolada.
7. Demencia digital
La velocidad de los contenidos multimedia puede contribuir a un déficit de atención, así como a una menor capacidad de concentración y de retención, ya que el cerebro interrumpe las vías neuronales que van hacia el córtex frontal (Christakis 2004, Small 2008). Los niños que no saben prestar atención no pueden aprender.
8. Adicciones
A medida que los padres van dependiendo más de la tecnología, se van desprendiendo más de sus hijos. A falta del apego parental, los niños despegados suelen crear una dependencia hacia los dispositivos electrónicos, lo que puede derivar en una adicción (Rowan 2010). Uno de cada once niños de entre 8 y 18 años es adicto a la tecnología (Gentile 2009).
9. Emisiones de radiación
En mayo de 2011, la Organización Mundial de la Salud clasificó los teléfonos móviles (y otros aparatos inalámbricos) dentro de la categoría de riesgo 2B (posible agente cancerígeno) debido a su emisión de radiación (WHO 2011). En octubre de 2011, James McNamee, en colaboración con el Ministerio de Sanidad de Canadá, lanzó un aviso cautelar en el que afirmaba: "Los niños son más sensibles que los adultos a ciertos agentes, pues su cerebro y su sistema inmunológico siguen en proceso de desarrollo, por lo que no se puede decir que el riesgo sería el mismo para un adulto que para un niño" (Globe and Mail 2011). En diciembre de 2013, el doctor Anthony Miller de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Toronto propuso que, según las últimas investigaciones, la exposición a la radiofrecuencia debería reclasificarse como 2A (probable agente cancerígeno), no como 2B (posible agente cancerígeno). La American Academy of Pediatrics solicitó que se revisaran las emisiones electromagnéticas de los dispositivos tecnológicos, citando tres razones relacionadas con el impacto que tienen sobre los niños (AAP 2013).
10. Insostenible
Con la tecnología, los niños son criados y educados de un modo que ya no resulta sostenible (Rowan 2010). Los niños son nuestro futuro, pero no hay futuro para los niños que abusan de la tecnología. Se necesita urgentemente un enfoque colectivo para reducir el uso de la tecnología en los niños. Agradecería que compartierais esta información (buscad "vídeos" en la página www.zonein.ca) con las personas a las que les preocupa el abuso de la tecnología en los niños.
Problemas - Suffer the Children - vídeo de 4 minutos (en inglés)
Soluciones - Balanced Technology Management - vídeo de 7 minutos (en inglés)
La siguiente Guía de uso de la tecnología para niños y adolescentes fue elaborada por Cris Rowan, terapeuta ocupacional pediátrica y autora de Virtual Child, Andrew Doan, neurocientífico y autor de Hooked on Games [Adicto a los juegos], y Hilarie Cash, directora de reSTART Internet Addiction Recovery Program y autora de Video Games and Your Kids, junto con la American Academy of Pediatrics y la Canadian Pediatric Society, con la intención de garantizar un futuro sostenible para todos los niños.
Guía de uso de tecnología para niños y adolescentes 
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Enlace web: http://www.huffingtonpost.es/cris-rowan/10-razones-por-las-que-se_b_4965723.html

Así debes actuar si tus hijos si sufren ciberacoso.-

Uno de cada cuatro niños entre los 12 y los 17 años ha experimentado esta peligrosa situación

FOTOLIA
La relación entre los niños y la tecnologías es un tema complejo para muchos padres ¿A qué edad debemos comprarle un teléfono móvil a nuestros hijos? ¿Debe ser simple o puede ser un 'smartphone'? ¿Qué aplicaciones deben y no deben utilizar? ¿Deberían tener Facebook?
Cierto es que la Red no está exenta de peligros y más en lo que a menores se refiere. El ciberacoso es uno de ellos. Según datos de la firma de seguridad Kaspersky Labuno de cada cuatro niños entre los 12 y los 17 años ha experimentado el acoso cibernético de una forma u otra. Las consecuencias, advierte la platafoma, «pueden ser muy serias: los niños suelen volverse más reservados e introvertidos, su rendimiento escolar se resiente y pueden presentarse conductas agresivas, depresivas e incluso llegar a autolesionarse».
¿Qué deben hacer los padres ante este tipo de situaciones?En conjunto con un grupo de psicoanalistas infantiles, la plataformaKapersky Lab ha recopilado un compendio de recomendaciones a padres y madres en caso de que detecten casos de ciberacoso en la Red:

Confianza

Lisa Wright, co-fundadora de la iniciativa educacional anti-ciberacoso Webiket.com, lo explica así: «Recuerda que la confianza y las conversaciones sinceras en un primer momento son el primer paso para tratar una situación de ciberacoso. También se debe llevar un acercamiento regular para evaluar la situación e idear estrategias para tratar tanto el ciberacoso como el estado emocional de tu hijo».

Permanecer a su lado

No hay que tener prejuicios. Sin juzgarle, simplemente con cariño y aceptación. En esta etapa, necesitan escuchar que estaréis ahí para apoyarle, sin importar lo que pase o lo que hayan hecho.

No quitarle importancia

En este momento, es lo más importante en la vida de vuestro hijo. En su vulnerable estado emocional, ellos no son capaces de pensar de forma racional, así que hacedles saber que entendéis la seriedad de la situación y que su dolor está justificado.

No culpar al menor

No sugerir que el niño puede haber provocado la situación, aunque sea cierto. Esto podría crear una barrera entre vosotros y llevarle a pensar que no le entendéis.

Empatía

Es importante que vuestro hijo entienda que sentís lo que él siente. Explicadle que habéis pasado por situaciones similares, quizá no en Internet, pero cara a cara, y que fue duro para vosotros. No sugiráis que habéis sufrido más que ellos o que encontrasteis la fuerza para afrontar la situación sin ayuda de nadie. Decidle que lo que más necesitabais en ese momento era una persona que os escuchara, que os entendiera, que estuviera con vosotros.

Hablar

Únicamente cuando os hayáis ganado la confianza de vuestro hijo, y esto es algo que lleva mucho tiempo y no debéis precipitaros, podréis empezar a hablar del incidente. No intentéis predecir lo que vuestro hijo va a decir. Dejadle que tome la iniciativa y os lo cuente con sus propias palabras. Es importante que se liberen de la carga.
Enlace web: http://www.abc.es/tecnologia/redes/20150627/abci-proteccion-ciberacoso-menores-201506252021.html

martes, 16 de junio de 2015

14 cosas en la infancia de los 70 y los 80 que hoy serían impensables.-


Si creciste con Espinete, merendaste mediasnoches con chorizo de Pamplona y rebobinaste cintas de casette con un bolígrafo, quizá no fuiste consciente pero estuviste expuesto a innumerables peligros durante tu infancia.
Multitud de situaciones que en los años 70 y los 80 se vivían como cotidianas en realidad entrañaban tales riesgos que sería impensable que se produjeran en la actualidad —y de hacerlo, pondrían en serios aprietos a sus padres—: ir en bici sin casco, sin cinturón de seguridad en el coche o jugar con el mercurio del termómetro.
Tanto la forma de educar, como la legislación y la tecnología han cambiado, por lo que resultarán totalmente extrañas a los niños de hoy. ¿Cuántas de estas viviste?
1.- Bajabas solo a jugar a la calle
A la hora de la merienda o tras un timbrazo al telefonillo, te reunías con los demás niños el vecindario para jugar a pillar, al fútbol o a la comba. Ahora es difícil ver estas escenas salvo dentro de una urbanización cerrada o en un pueblo pequeño.
2.- Ibas en bici sin casco
Ruedines, rodilleras, una cestita para el manillar... quizá tuvieras el kit completo del perfecto ciclista, pero el casco no solía estar entre los accesorios. Desde marzo de 2014 los menores de 16 años están obligados a llevarlo en ciudad, según la nueva Ley de tráfico y seguridad vial.
3.- En el coche no te ponías el cinturón de seguridad
Básicamente, porque muchos coches ni lo tenían. Sólo eran obligatorios en los asientos delanteros y hasta 1992 no lo fue en los traseros, tanto en ciudad como en carretera.
4.- En la parte de atrás cabían fácilmente seis personas
Bien apretujados en los asientos de atrás podían caber cuatro personas adultas, más un par de niños sentados sobre las rodillas. Eso sí, no se podía arrancar sin el "¡Niño, si está la Guardia Civil agacha la cabeza para que no te vean!".
5.- Y a veces te dejaban sentarte delante
Y te hacía mucha mucha ilusión poder ver la carretera desde el asiento de los mayores. En la actualidad está prohibido que los niños con una estatura inferior a los 1,35 metros viajen en el asiento delantero.
6.- También te montaban en moto
Sólo te decían que te agarraras bien. La legislación actual sólo permite que se monten los mayores de 12 años, siempre y cuando lleven el casco puesto y vayan en el asiento de detrás del conductor, nunca delante.
7.- ¿Sillitas de seguridad?
Jamás tuviste una sillita en el coche porque en aquellos años su uso no estaba extendido Ahora parece impensable montar a un niño, y menos a un bebé, en un coche sin el dispositivo de retención adecuado.
8.- Pasabas horas y horas en columpios oxidados
Instalados sobre tierra, totalmente descoloridos, con el hierro oxidado y tornillos al aire... ¿Quién no recuerda cuánto quemaba el tobogán en los días de verano?
9.- Los mayores fumaban a tu alrededor. Y mucho
En casa, en el coche, en reuniones familiares... fumaban delante de ti porque no había tanta concienciación sobre el tabaquismo. Tras la Ley antitabaco de 2011 nos chocaría ver a alguien fumando en lugares públicos, como centros educativos, sanitarios o de ocio.
10.- Y te enviaban a comprarles tabaco y alcohol
De cuando en cuando algún familiar te enviaba a por una cajetilla de tabaco o a por cerveza o vino. Ellos se ahorraban un paseo y a ti quizá te premiaban con las vueltas.
11.- En la playa no te ponían crema solar
O no se usaba nada o casi peor, crema Nivea del tarro azul. Así acababas, con arena pegada por todo el cuerpo y más rojo que un cangrejo.
12.- Te dejaban jugar con el termómetro de mercurio
Y si se rompía era mucho más divertido, porque se formaban bolitas. Sin embargo, desde abril de 2014 está totalmente prohibida su venta en toda la Unión Europeadebido a su alta toxicidad.
13.- Y con balines de plomo
Que además se guardaban en la boca para tenerlos al alcance y disparar más rápido con las pistolas de aire comprimido. Toda una barbaridad, ya que el plomo es altamente tóxico.
14.- Cargabas con un montón de peso en la mochila
A cada libro de cada asignatura había que sumar el correspondiente cuaderno, más el estuche, la flauta, la escuadra, el compás... Todo eso sobre los hombros y con la consiguiente frase de madre de "se te va a desviar la columna". Por aquel entonces nadie se imaginaba que en pocos años las mochilas tendrían ruedas o que los colegios usarían tablets en lugar de libros de texto para dar clase.

Enlace web: http://www.huffingtonpost.es/2015/05/02/cosas-infancia-impensable_n_6947856.html?ncid=fcbklnkeshpmg00000001

lunes, 15 de junio de 2015

La importancia de educar en las emociones.-


Los adultos no sabemos muchas veces gestionar nuestras emociones lo que hace que, difícilmente sepamos gestionar las de nuestros hijos. No es una tarea sencilla pero tampoco es imposible. A veces lo único que necesitamos es tener personas que nos orienten y expliquen. No todos los gabinetes psicológicos cumplen esa tarea. En época de crisis, cuando hay que ser original y descubrir ideas nuevas, surgen los mejores proyectos. Y así es el gabinete Crecer con emoción, que trata, justamente, de resolver estos temas. Tres jóvenes psicólogas, Mariola, Pilar y Ana que se unen para «romper con la idea opaca que en ocasiones se tiene sobre la psicología, para normalizar el hecho de acudir a un psicólogo y que las familias pudiesen integrar el área emocional en su vida diaria como un aspecto más a trabajar. Igual que entrenan su cuerpo haciendo deporte, que viniesen a Crecer con Emoción a aprender a gestionar sus emociones». Los niños son los auténticos protagonistas. «Hemos querido centrarnos en el trabajo con los niños ya que representan el punto de partida de las distintas etapas de desarrollo de una persona a lo largo de toda su vida. Si desde pequeños toman contacto con sus emociones, como adultos tendrán más herramientas para gestionarlas en su día a día», confiesan.

Mejor prevenir que tratar

Parece claro que si en cuestiones físicas es sumamente importante prevenir, lo mismo parece suceder con la psique por lo que es mejor prevenir que hacer una terapia: «hemos creado un área dedicada a este aspecto donde incluimos actividades y talleres en los que niños y padres pueden participar sin tener una dificultad o problema específico, para afianzar el vínculo madre/padre-bebé, para expresar emociones a través del movimiento, la pintura, la cocina, etc», nos explican. Obviamente también se trabaja la terapia para cuando hay una dificultad específica en la que se necesita una guía y trabajo individual. Además de con niños y adolescentes también trabajamos con adultos, todo ello en un espacio acogedor, alegre donde los niños, adolescentes y adultos se sientan cómodos, como en su casa.

Gestionar las emociones, fundamental

Las emociones nos acompañan en cada paso que damos, las llevamos tan interiorizadas que en ocasiones resulta complicado darse cuenta de ellas. Si nos fijamos, ante la pregunta ¿cómo te sientes? Tendemos siempre a contestar, ¡bien! ¡Muy bien! Pero.. ¿Realmente es así? Tenemos un vocabulario muy rico en emociones y en general se tiende a dar una respuesta vaga y positiva. Las psicólogas lo tienen claro: «No queremos dar explicaciones, está socialmente mal visto, no sabemos realmente en ese instante cómo nos sentimos. Siempre le decimos a los pacientes: ¿cómo sabéis lo que estáis sintiendo? ¡Concederos un instante y pensad cómo os sentís!».
Este es el primer paso cuando se habla de regulación emocional. Identificar cómo nos sentimos hará que nos conozcamos mejor, de esta forma nuestro modo de actuar tendrá un sentido y podremos modular mejor nuestras expresiones de la emoción. Tal y como explican las psicólogas: «Por ejemplo: si cuando alguien me pisa le pego un grito, mi reacción obedece a un estado de ánimo (enfado) provocado por la acción del otro. Si yo me doy cuenta de esto y quiero cambiar lo que no me ha gustado (que me pisen), puedo actuar de una forma más eficaz diciéndole «perdona ten más cuidado que me has pisado». «Con el cambio de conducta genero cambios en la otra persona, en este caso en vez de mirarme con cara de asombro o enfado, lo más probable es que se disculpe». «Este paso, confiesan en este equipo, es importantísimo aplicarlo con los niños porque les dará herramientas para desenvolverse de manera más adaptativa en su entorno».

Negar las emociones

Una de los grandes problemas con los que los adultos convivimos es negar las emociones, que nos incomodan y que son fundamentales en nuestra vida. Por ejemplo, tal y como nos explican: «El enfado es útil y necesario, en su justa medida. Nos ayuda a poner límites a las situaciones injustas, a mostrar lo que nos desagrada, nos hiere o nos agrede. Lo complicado del enfado es encontrar el modo de expresarlo de forma adecuada sin caer en la exageración o la agresión al otro. El miedo nos hace prudentes pero de igual modo si éste excede el nivel adecuado puede llegar a bloquearnos». Trabajarlo resulta de lo más útil para gestionar nuestro día a día.

A los niños también se les educa

Las expertas de crecer con emoción creen que «el concepto de “educación” ha ido evolucionando a lo largo de los años. Las emociones han ido ganando relevancia gracias a la aparición de diversos estudios científicos que hablan de cómo el éxito de las personas no depende tanto de la capacidad intelectual (tal y como la hemos entendido siempre, referente a lo académico), sino que la inteligencia emocional y social juega también un papel fundamental, incluso a veces más relevante que la primera». «Poco a poco se van introduciendo también las emociones en el sistema educativo y se está comprobando que en los centros que apuestan por la educación emocional de los alumnos, éstos mejoran tanto sus resultados académicos como otros factores relacionados con el desarrollo escolar; motivación, reducción de los conflictos, mejorar ajuste laboral del profesor, etc».
También las familias están tomando un papel relevante en este ámbito. Los padres y madres acuden a escuelas de padres para aprender a hablar a sus hijos escuchando sus emociones y un cambio fundamental es que cada vez más la parte afectiva ya no queda relegada a la madre, sino que ambos progenitores se implican en el proceso.

Emociones según las edades

Las emociones están presentes en el ser humano desde que nace y todas ellas son necesarias y adaptativas. «Hay emociones que aparecen con más fuerza a unas edades que en otras. Así por ejemplo el miedo a los desconocidos aparece entre los nueve meses y los dos años, la frustración entre los dos y tres años (por el hecho de no ver satisfechos todos mis deseos, porque quieren hacer todo solos y no les sale…) el miedo a la oscuridad en torno a los cinco, el orgullo en la etapa preescolar por el logro de hacer las cosas por sí mismo, la envidia hacia los siete años cuando comienzan a compararse con sus compañeros o la culpa también en esta etapa de primaria, la vergüenza es más evidente en la preadolescencia y el sentimiento de soledad en la adolescencia», sostienen las expertas.
Las psicólogas están de acuerdo en que «si bien todos los padres del mundo desean que sus hijos no sufran, no podemos dejar de pensar queestas emociones son “normales”y es adecuado que el niño aprenda a lidiar con ellas. Si intentamos evitar este sufrimiento por todos los medios no haremos más que disminuir su capacidad a la hora de enfrentarse a estas emociones en un futuro. Ej: Si está triste porque su amigo se ha enfadado con él o ella, deja que se sienta así, solo desde su tristeza podrá pensar en cómo hacer para solucionar sus conflictos con él. Sin embargo, si me acerco a mis emociones desde pequeño adquiriré unas estrategias que me permitirá desenvolverme con más seguridad y firmeza en mi entorno», explican.

Los padres también deben aprender

La familia es el lugar donde se establecen los primeros vínculos, relaciones y emociones. Los padres son para los niños sus modelos y guías, por ello es fundamental que cuando hablamos de educar en emociones los padres sean los primeros en saber identificar las suyas propias, las expresen y aprendan a regularlas. De nada sirve enseñar a mi hijo a no expresar el enfado gritando si en realidad yo siempre actúo de esa manera. «La coherencia es imprescindible en este aspecto, si no, solo le generaré confusión», cuentan las psicólogas. Además de preguntar a tu hijo por el cole, los amigos o los deberes, una manera de educar en emociones es crear en casa la rutina de preguntarnos ¿cómo te sientes? escuchando realmente la respuesta o guiando a encontrarla. Si dice que está cansado, le puedes proponer que se dé una ducha o se tire un rato en el sofá antes de hacer la tarea o estudiar, intentando no caer en «cómo vas a estar cansado si hoy no has hecho nada…». Facilitar a los hijos el camino para expresar cómo se sienten les enseña estrategias de comunicación que contribuirán a que sean honestos con ellos mismos y los demás. Serán personas más empáticas, capaces de ponerse en el lugar de los demás porque ese habrá sido su modelo.

Cómo fomentar las emociones




¡Que se busquen la vida!.-


Padres y madres tenemos la mala costumbre, y en España es muy común, de sobreproteger a nuestros hijos. Miedo a que sufran, a que no sean capaces o a que se sientan frustrados y hundidos por no alcanzar sus metas con autonomía son algunas de las causas que se esconden detrás de esta actitud. El sufrimiento de los hijos se convierte en el de los padres, que llegan a sentir angustia, malestar general, excesiva preocupación, anticipaciones catastróficas de las desgracias e infelicidad de su prole.
Hay padres que además tratan de evitar que sus descendientes vivan experiencias que ellos sí experimentaron de pequeños o adolescentes. Pero ni las circunstancias son las mismas ni la persona a la que educa es su clon.
Por este motivo, muchos progenitores tratan de allanar el camino a sus hijos con tal de evitar su sufrimiento, lo que es una de las peores lacras desde el punto de vista de la psicología. Hacerlo evita el aprendizaje, impide que la persona explore nuevas emociones, que se encuentre ante dilemas interesantes para resolver o retos a los que buscar soluciones. Cada vez que evitamos a nuestros hijos una situación que pensamos que puede hacerles pasarlo mal, les estamos negando una oportunidad de crecimiento personal, una manera de explorar sus límites e impedimos que descubran lo capaces que son.
Ejemplos existen cientos, desde ayudarlos a hacer los deberes para que terminen antes o porque pensamos que no lo harán solos, a servirles la comida para que no la derramen, no dejarles que se ensucien o se caigan en ningún momento cuando juegan o defenderlos de profesores, amigos o comentarios sin contrastar ni dudar de sus palabras. Sobreproteger es impedir que los hijos exploren las consecuencias de no ser responsables, y justamente son los resultados de lo que hacemos o no los que realmente motivan los cambios.
El arte de enseñar es el arte de ayudara descubrir”
Mark Van Doren
Los límites de la sobreprotección están en cuidarlos “demasiado”, evitando así que se enfrenten de forma natural a los problemas que sí tienen que vivir, a las soluciones que ellos tienen que buscar y las consecuencias propias de cada acto. No se trata de promover una conducta temeraria por parte de los padres y dejar que se enfrenten a responsabilidades impropias de la edad, sino de no educar en una burbuja en la que se encuentren falsamente seguros y al margen de una realidad que educa para la vida, la presente y la futura.
Lo que nunca puede perder de vista su hijo es la sensación de seguridad. Si le agreden, alguien le pone en peligro, sus amigos le sugieren actividades peligrosas o fuera de lugar para su edad, tiene que sentir la tranquilidad de que sus mayores le van a aconsejar, poner límites y proteger física y moralmente.
Los niños que se han educado demasiado a resguardo tienen mayores problemas en el futuro para enfrentarse a emociones básicas como son la frustración, el miedo, la ansiedad o la tristeza, que deben aprender a gestionar. Nuestros hijos, en un futuro, tienen que llorar el desamor, sufrir una equivocación en su puesto de trabajo, la crítica de su jefe, la soledad del que empieza una vida independiente, la pérdida de un ser querido y el amigo que deja de serlo porque le falla. Gestionar de forma eficaz estos sentimientos forma parte del crecimiento personal de todos nosotros. Si se evitan estas situaciones a nuestros hijos con el fin de que no sufran, no estarán preparados para ser adultos maduros y emocionalmente responsables. Puede incluso que generemos una sociedad de personas socialmente dependientes, “personas mantequilla”, que, a la primera adversidad, se derriten.
Estos niños pueden mostrar más miedo, inseguridad, tiranía y exigencias dado que están acostumbrados a que les sirvan y les resuelvan todo, tienen menos capacidad de esfuerzo, son más apáticos y vagos. Analicemos cinco ventajas de “buscarse la vida”:
ANNA PARINI
1 Educar en la responsabilidad.Deje que se quede sin ropa limpia y planchada que ponerse. Los chavales van acumulando en la silla de su dormitorio y usted repite cada día que la eche en el cesto de la ropa sucia. Hasta que un día usted comprueba que apenas le queda ropa en el armario y hace su trabajo. Tampoco escriba una nota disculpando las tareas que su hijo no ha hecho en casa por evitarle una regañina de un profesor. Hasta que los niños no se exponen a las consecuencias de ser irresponsables, no tienen la necesidad de cambiar. ¿Para qué, si no hacer las cosas no tiene consecuencias?
2 Fomentar la autonomía. Que dependan de ellos mismos para resolver problemas y buscar soluciones en la vida en general. Si no les dejan hacerlo, deducen que el esfuerzo lo tienen que realizar los padres y que son ellos los que deben adivinar qué necesitan.
3 Fomentar el emprendimiento. Imagine que su hijo preadolescente o adolescente le pide dinero para hacerle un regalo a su madre o padre en su cumpleaños. Se lo da y, además, se siente afortunado de tener un hijo detallista. En lugar de facilitarle el dinero, propóngale un plan de negocio. ¿Quieres dinero? Dime cómo vas a ganarlo. No se trata de educar en el materialismo, sino de ser creativos, tener ideas y obtener un beneficio por ellas. Queremos educar para que sean emprendedores, atrevidos, se arriesguen, para que no dependan de otros en el futuro, pero a la primera de cambio, les solucionamos un aspecto económico tan sencillo. Puede que si le incita a montar un negocio casero, empiece a cambiar su mentalidad. Igual le da un masaje y cobra un dinerito, o le ayuda a preparar una presentación para su trabajo si es un crack de la informática, o le propone llevar a su hermano pequeño a una actividad. Deje que discurra y le ofrezca ideas. De todas formas, al final le facilitará el dinero, pero habrá tenido que pensar y esforzarse para ganarlo.
4 Desarrollar su autoestima. La persona que se involucra en su desarrollo, que invierte esfuerzo en conseguir sus metas, que tropieza y se vuelve a levantar y al final lo consigue, se valora de forma positiva. La lectura que saca de sí misma es “yo puedo a pesar de la adversidad, puedo y lo consigo”.
5 Trabajar su seguridad y confianza. Quienes se han educado para resolver situaciones y lo han logrado saben que tienen recursos. Muchos hombres y mujeres se califican como “buscavidas”. Son aquellos que saben que, pase lo que pase, serán capaces de sobrevivir.

Para conectarnos

Película
Madre e hijo (La mirada del hijo)
Calin Peter Netzer
Drama en el que una madre asfixiante impide el correcto desarrollo de su hijo.

Libro
The NurtureShock
Po Bronson y Ashley Merryman
Canción
Esos locos bajitos
Joan Manuel Serrat
Si desea ir soltando la cuerda y permitiendo que se caiga, que se equivoque, que viva las emociones adecuadas, no olvide que dar mimos, mucho amor y seguridad no están reñidos con el concepto de sobreprotección. El cariño es ofrecer amor incondicional en forma de besos, achuchones, abrazos, miradas cómplices, estar incondicionalmente ahí. Pero se puede hacer interviniendo y anticipándose o situándose a la espera de que le pregunten. Y aun así, si lo estima oportuno, no tiene por qué dar la solución. Deje que ellos la encuentren. Aprenderán a disfrutar y a sentirse orgullosos de sus logros si se sienten protagonistas de ellos.
Si tiene dudas sobre la tarea que tiene que realizar su hijo solo o sobre si está siendo sobreprotector, hágase estas preguntas: ¿esto lo debería saber hacer mi hijo?; ¿es algo que, con un poco de esfuerzo y perseverancia, podría conseguir si yo no intervengo?; ¿si le expongo a la posibilidad de no conseguirlo o que se quede sin hacer, las consecuencias son peligrosas para él o solo incómodas? (como que le llamen la atención en el colegio si no lleva la tarea); ¿ayudarle en esto se ha convertido ya en un hábito cómodo por parte de mi hijo?; ¿qué beneficios tiene para él o ella que yo le resuelva esta situación?; ¿son los beneficios más adecuados que las desventajas que conllevan?
Recuerde que cada vez que sobreprotege a su hijo le impide que entrene una nueva destreza. Uno de los aprendizajes más importantes es el que se basa en el ensayo y error. Casi todo lo que aprendemos y automatizamos en esta vida es fruto del ensayo y de la repetición, desde las jugadas que realizamos cuando practicamos fútbol a la capacidad de organización necesaria para que dé tiempo a hacer los deberes por la tarde. Si usted resuelve las cosas por ellos, terminará por educar a alguien inútil en las tareas de la vida cotidiana y tendrá un autoconcepto negativo. Pensará: “Yo no sé, yo no puedo”. Tenga cuidado, en su afán por ser padres perfectos terminarán por educar hijos inútiles.
Su hijo es maravilloso y para usted como padre es el más guapo, el más hábil, el más ágil e inteligente. Pero si solo se acostumbra a que lo elogie cada día, sin hacer el esfuerzo necesario para ganarse el halago, necesitará constantemente su dosis de endiosamiento para sentirse bien y seguro. Necesita fracasar, aprender que es estupendo en muchos aspectos, pero saber también que tiene áreas de mejora que entrenar.

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